Madai
Vinos con almaBastó un solo viaje para enamorarnos de esta bodega y su entorno. Todo en este rincón del Bierzo es mágico. Su cielo tan sereno y tan claro, tan benigno y templado su aire, la tierra tan fecunda y variada, huertas por aquí, viñas por allá, que sirven de refugio a los infinitos pájaros que cantan en los sotos de chopos, alisos, sauces y álamos que cubren las orillas del río Cúa a su paso por Cacabelos y su barrio de Quilós, donde nos situamos.
Cacabelos… La antigua Bergidum Flavium que ya mencionan Ptolomeo y Antonino como la Castro Bergidum que da pie a la actual, atravesada en su centro por el camino Jacobeo (o de Santiago) para seguir siendo testigo vivo de la historia. Y aquí, aparece un ser especial que transmite su entusiasmo y el amor a estas tierras escuchándole. Un doctor en medicina, que junto con su hermano ha estado unos años lejos de las viñas que fueron testigo de sus juegos y correrías de niños, que regresa a sus orígenes resistiéndose a abandonarlas, para reinjertar y recuperar cepas viejas de Godello prefiloxéricas con más de 100 años, y que creen devienen de un clon especial de la era romana, haciéndole así un homenaje a sus antepasados con la creación de MADAI.
¿Por qué Madai? Pues para que el sueño fuera completo, Gonzalo apunta que en la civilización cristiana se relaciona el vino con la historia de Noé (primera mención al vino en la Biblia, Génesis 9, 20-21). Después del Diluvio, plantó una viña, y del fruto de esa primera cepa en su fermentación se embriagó sirviendo de puente entre la divinidad y el Cosmos. De su hijo Jafet, el más pequeño, nació Madai, a la sazón nieto de Noé y que repobló con su estirpe la Antigua Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates, donde todos los estudios modernos antropológicos sitúan el origen del vino. Este hecho, hace que MADAI cierre el círculo y de forma mágica relacione el origen bíblico del vino, con su origen antropológico. ¡Fascinante!
Vinos
Madai Blanco Godello Sobre Lías.- En boca es una delicia, entrada amable, paso fresco con buena acidez que evoluciona hacia un suave amargor, equilibrado, redondo, cremoso y concentrado. Por retronasal nos da otra vez fruta de hueso, notas cítricas, uva fresca y mantequilla. El final muy largo con recuerdos a todo lo descrito anteriormente lo convierten en un gran vino. Espectacular boca y sobre todo el larguísimo final que tiene.
Madai Mencía Sobre Lías.- En boca es fino, voluminoso, amplio. No se remarca excesivamente el tanino, siendo este fino y bien integrado. Matices herbáceos, pero para nada desagradables. Buen recuerdo en boca. Muy agradable.